lunes, 17 de septiembre de 2012

Niño interior

                                  

  Aquí esta por fin un delicioso día de lluvia, me encanta ver como las gotas golpean la ventana y se deslizan formando extraños dibujos por el cristal.
El frío ya comienza a llegar y entra en mi cuerpo como una frescura tremenda. Se ha terminado por fin el verano, si digo por fin, porque estaba deseando que terminara.
Estaba cansada de ese calor sofocante que te sacudía por la mañana cuando te despiertas sudando y con esa angustia en tu pecho, con la camiseta pegada a la espalda, las sábanas desparramadas por el suelo y la cama completamente deshecha.
Como suelo decir, el verano sienta bien en pequeñas dosis. No es que no me guste pero no soy capaz de soportarlo demasiado tiempo. Además adoro el viento, ya que refresca tu rostro en esos días que los rayos del sol son abrasadores.
Ahora mismo el viento ondula las cortinas levemente, como las hojas que bailan por el aire suavemente acunadas por la brisa otoñal.
Es hermoso. Quizá solo sea yo quien lo vea así, porque tengo la suficiente curiosidad para observar desde una ventana la naturaleza y describirla.
Y describir no es fácil, las palabras limitan mucho. Siempre es mejor ver las cosas por ti mismo, saborearlas, disfrutarlas como si fuera la primera vez.  A veces envidiamos esa curiosidad e inocencia de los niños, esa capacidad que tienen de creer en lo más inverosímil, de afirmar algo descabellado, e incluso de ser felices con tan poco.
Ahora los niños cambian con la sociedad que les rodea, esta sociedad tan deprimente hace que crezcan antes de lo que deberían.
Yo tengo la suerte de contar todavía con esa curiosidad y esa capacidad de cuando era niña.
Me asombran las cosas más simples, me inspiran las cosas más naturales, cosas que suelen dejar de impresionar y las personas dejan de prestarles atención con el paso del tiempo.
Pero la vida es increíble, lejos de los problemas de cada persona, ( problemas que no son problemas realmente, porque siempre tienen una solución) la vida sigue ahí fuera, a cada segundo que pasa todo cambia un poquito más…incluso tú mismo cambias a cada minuto, y sigues desperdiciando esos minutos tirado en el sofá de tu casa embobado por la televisión.
¿Es eso lo que realmente todos desean en su vida? ¿Es lo único a lo que debemos aspirar? 
No lo creo, simplemente observa tu reflejo en el espejo, observa tus rasgos, tus ojos, como ha cambiado tu mirada desde la última vez que la viste, ¿estas triste, cabizbajo, decaído? O en cambio ¿te sientes realmente orgulloso de lo que estas haciendo y feliz por tener lo que tienes? Recuerda como te veías cuando eras pequeño, recuerda esos deseos que tenías cuando fueras mayor, en que querías trabajar, cuales eran tus sueños, tus metas…etc
Y ahora mira donde estas, donde te han llevado todas las decisiones que has tomado.
Quizá así descubras lo que te falta para ser feliz. Tan feliz como cuando eras un niño.


1 comentario:

  1. Escribes muy bien. Yo todavía no he dejado de ser una niña, pero a punto estoy.Es verdad que echo de menos lo fácil que era todo antes, pero me divierte creer en algo que sé que no existe.

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